📅 Publicado el: septiembre 26, 2024
🔄 Última actualización: octubre 21, 2025
Guía completa: Caídas frontales rasas en el portero

Las caídas frontales rasas representan una de las habilidades más importantes que debe dominar un portero moderno. Su correcta ejecución no solo permite detener balones a ras de suelo, sino que también garantiza seguridad, eficiencia y continuidad en el juego. Este tipo de intervención es clave en muchas acciones de gol y, por ello, debe trabajarse desde la base, mediante un enfoque progresivo que asegure una comprensión profunda de la técnica. En esta guía, desglosamos el proceso analítico para entrenar esta acción, respetando una estructura por fases que facilita su aprendizaje.
Paso 1: Recepciones rasas frontales desde rodillas
El primer contacto del portero con la caída frontal rasa debe realizarse desde una posición estática y controlada: las rodillas. Esta postura minimiza el riesgo de errores y permite centrarse en los aspectos técnicos esenciales.
Objetivos técnicos principales:
- Aprender la posición correcta de las manos para embolsar el balón.
- Coordinar la trayectoria del cuerpo en la caída hacia adelante.
- Desarrollar confianza en el contacto con el suelo.
Desde esta posición, el portero recibe balones lanzados directamente a ras de suelo. El foco está en «envolver» el balón, protegiéndolo con el cuerpo y absorbiendo el impacto con el pecho y los brazos. La inclinación del tronco hacia adelante, la alineación del cuello y la dirección de la mirada al balón son detalles fundamentales en esta etapa.
Esta fase es excelente para iniciarse también con ejercicios complementarios como los ejercicios de paradas frontales, que refuerzan la técnica de bloqueo sin desplazamiento. Además, la técnica de posicionamiento también se trabaja de forma implícita, ya que el portero debe alinearse correctamente con la trayectoria del balón.
Paso 2: Caídas frontales rasas desde la posición de pie
Una vez dominada la técnica en posición arrodillada, es momento de progresar a una situación más exigente: realizar la caída desde la posición de pie. Aquí se introduce el movimiento dinámico de bajada de rodilla, lo que implica coordinación, equilibrio y velocidad de reacción.
Dos niveles de dificultad se plantean en esta fase:
- Caída con rodilla controlada: El entrenador o entrenador/a indica con anticipación hacia qué lado se lanzará el balón. El portero baja una rodilla —generalmente la más cercana al balón— mientras mantiene el cuerpo alineado y protege el balón durante la caída. Se busca interiorizar el gesto sin pensar.
- Caída con incertidumbre: Ahora, el portero no sabe con anterioridad hacia qué lado se dirigirá el balón. Esta variabilidad introduce el componente de toma de decisiones en tiempo real. El foco pasa de la mera ejecución técnica a la combinación de percepción y respuesta motora.
En esta etapa se hace fundamental el trabajo de fuerza y control corporal. Para ello, puedes integrar rutinas de entrenamiento del tren inferior que potencien la capacidad de impulso, frenado y coordinación de movimientos, esenciales para realizar caídas rápidas y controladas.

Paso 3: Situaciones reales de incertidumbre
La última fase del proceso traslada al portero a escenarios similares a los del juego real. Aquí no hay señales previas, ni posición fija. El balón puede venir de un pase, un remate o una acción inesperada.
Aspectos clave de esta etapa:
- Reacción rápida sin pérdida de técnica.
- Interpretación de trayectorias en milisegundos.
- Adaptación a contextos de presión, rebotes o contacto con oponentes.
Esta fase se puede realizar en trabajos en espacio reducido o mediante ejercicios de velocidad de reacción que simulen la incertidumbre del juego. El objetivo es que la técnica entrenada en las fases anteriores aparezca de forma automática y eficiente, incluso cuando el portero está en movimiento o tras una acción previa como un pase o una salida.
Además, es recomendable alternar esta práctica con otras variantes técnicas como las caídas laterales rasas, para ofrecer una visión completa del repertorio de caídas que puede realizar un portero en situación de partido.
Integración con el juego
Una de las grandes ventajas del enfoque analítico progresivo es que prepara al portero no solo para realizar bien la técnica, sino para aplicarla en el contexto del juego real. Este proceso debe culminar en la integración con otras acciones como el juego con el pie, las salidas, el blocaje o incluso el reinicio rápido del juego tras una intervención.
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Así, por ejemplo, tras una caída frontal exitosa, el portero puede conectar rápidamente con un compañero mediante un pase raso o lanzamiento largo, lo cual requiere una transición mental y física muy entrenada.
También se puede trabajar la continuidad de la acción: tras la caída, levantarse rápido y estar listo para un segundo balón, algo común en partidos de alta intensidad.
Conclusión
La evolución analítica de la caída frontal rasa no es un proceso rápido, pero sí fundamental para la formación técnica de un portero. Iniciar desde una posición estable (rodillas), avanzar a la ejecución en pie y finalizar en contextos reales con incertidumbre permite asimilar la técnica en profundidad, construir confianza y lograr una respuesta natural y segura.
Cada fase cumple una función específica, y saltarse alguno de estos pasos puede dar lugar a errores técnicos o malas interpretaciones de la acción. Por ello, recomendamos trabajar esta progresión con paciencia, repitiendo hasta que la ejecución sea automática y eficaz.
Este tipo de formación, cuando se combina con el resto de habilidades como el juego aéreo o los saques del portero, convierte al arquero en un jugador completo, capaz de responder en múltiples situaciones del juego.
