¿Cuánto debe entrenar realmente un portero joven?

Una portera realizando un ejercicio.

El mito de “cuanto más, mejor”

En el mundo del fútbol base, especialmente en el entrenamiento de porteros, sigue presente una creencia muy extendida: “cuanto más entrenes, mejor serás”. Esta afirmación, aunque bien intencionada, puede volverse contraproducente cuando se aplica sin control ni perspectiva. En los últimos años, hemos podido observar cómo porteros jóvenes, en edades aún de desarrollo físico y emocional, acumulan una carga de trabajo semanal que supera incluso la de deportistas adultos. Esto genera una serie de consecuencias que afectan directamente a su rendimiento, salud y motivación.

Una agenda excesiva: ¿cuántas horas están entrenando?

Tomando como referencia a porteros adolescentes (categorías cadete y juvenil), muchos de ellos afrontan una rutina que incluye tres entrenamientos semanales con su equipo, una sesión específica con el entrenador de porteros del club y, en algunos casos, uno o dos entrenamientos adicionales en academias privadas o con entrenadores externos. Hablamos, por tanto, de entre cinco y seis sesiones de entrenamiento a la semana, a las que hay que añadir la competición del fin de semana.

Si bien puede parecer que esta carga de trabajo equivale a un compromiso elevado con la mejora deportiva, no debemos olvidar que estamos hablando de niños y adolescentes. A esta edad, el cuerpo y la mente todavía están en proceso de formación, y la sobreexigencia puede tener efectos negativos tanto a corto como a largo plazo.

La importancia del equilibrio: entrenar sí, pero con cabeza

Desde un enfoque basado en la ciencia del entrenamiento y la prevención de lesiones, los expertos coinciden en que el desarrollo deportivo no se basa únicamente en la cantidad de horas, sino en la calidad del trabajo, el descanso adecuado y la correcta periodización de la carga física.

Se recomienda que los jóvenes deportistas no excedan las 8-10 horas semanales de actividad física estructurada, incluyendo entrenamientos y partidos. Cuando esta barrera se supera sin una planificación individualizada, comienzan a aparecer señales de alerta: fatiga, disminución del rendimiento, irritabilidad, desmotivación y, sobre todo, un mayor riesgo de lesiones.

Lesiones comunes en porteros jóvenes: cuando el cuerpo dice “basta”

Uno de los efectos más visibles del exceso de entrenamiento en porteros jóvenes es la aparición de lesiones por sobreuso. Un ejemplo claro es la bursitis, una inflamación de las bolsas sinoviales que actúan como amortiguadores en articulaciones como rodillas y codos. Estas lesiones suelen estar relacionadas con caídas repetidas sobre superficies duras sin el tiempo suficiente de recuperación entre sesiones.

 

Si te preocupa la prevención de lesiones en porteros, este artículo podría interesarte: Lesiones más comunes en porteros y cómo prevenirlas.

Otras dolencias habituales incluyen dolores lumbares, molestias en hombros, síndrome femoropatelar o sobrecargas musculares crónicas. Más allá del dolor físico, muchas de estas lesiones obligan al joven portero a parar durante semanas o incluso meses, generando frustración y pérdida de confianza.

El descanso también entrena

Un aspecto que a menudo se pasa por alto es que el descanso forma parte del entrenamiento. Durante el reposo, el cuerpo repara tejidos, consolida aprendizajes técnicos y se adapta a los estímulos recibidos. Si no se permite esa recuperación, el portero no solo no mejora, sino que entra en un bucle de fatiga y bajo rendimiento.

Además, el descanso mental es igual de importante. Los porteros, por la naturaleza de su posición, están sometidos a una presión especial dentro del juego. Entrenar constantemente sin pausas adecuadas puede generar saturación psicológica, pérdida de motivación y, en casos extremos, abandono deportivo prematuro.

Entrenamiento adicional: calidad sobre cantidad


Es fundamental entender que la clave en el desarrollo de un portero joven no está en acumular más sesiones, sino en optimizar cada entrenamiento. Cuando se añade trabajo extra a la rutina semanal, no siempre debe ser visto como un simple “más es mejor”. Muchas veces, ese entrenamiento adicional debería reemplazar una sesión ya existente, no sumarse a ella.
El objetivo debe ser siempre buscar el equilibrio en la carga de trabajo para garantizar una progresión sostenida y saludable, evitando caer en el exceso que puede comprometer tanto el rendimiento como la motivación del deportista.

Entrenamiento inteligente: pautas para una planificación responsable

A la hora de establecer cuántas veces debería entrenar un portero joven, es fundamental tener en cuenta varios factores:

  • Edad y etapa de desarrollo físico.
  • Carga total semanal (entrenamientos + partidos).
  • Calidad del descanso y sueño.
  • Nivel de estrés académico o personal.
  • Presencia de molestias o fatiga continuada.

Una buena recomendación general para adolescentes puede situarse entre 3 y 4 sesiones semanales, incluyendo partidos y entrenamiento específico de portero, siempre que estén bien distribuidas y cuenten con días de recuperación activa o descanso total.

Conclusión: más no siempre es mejor

La obsesión por entrenar cada día más no garantiza el éxito. Al contrario, puede frenar el desarrollo de un portero joven, tanto en el plano físico como mental. Es responsabilidad de clubes, entrenadores y padres entender que el proceso formativo debe ser sostenible, equilibrado y adaptado a la realidad de cada jugador.

En definitiva, la clave está en cambiar el chip: no se trata de entrenar más, sino de entrenar mejor. Escuchar al cuerpo, planificar con inteligencia y priorizar la salud debe ser la base del camino hacia la excelencia deportiva.

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